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lunes, 20 de octubre de 2014

Datos abiertos como si fueran páginas HTML

La semana pasada asistí a una sesión informal de charlas divulgativas ofrecidas por personal científico del JRC. Los temas eran variados,  como open data, big data, social media, e incluso sobre la filosofía de la tecnología. 

La breve charla introductoria sobre Open Data fue eso, introductoria. Pero me llamo la atención que el ponente daba énfasis en a los catálogos centralizados de datos abiertos como elementos necesarios para que el movimiento de datos abiertos prospere. Por ejemplo, existe un catálogo a nivel europeo, a niveles nacionales, e incluso el JRC está creando su propio catálogo centralizado de datos abiertos.

A mi me da que la historia se repite otra vez.  Tenemos tantos ejemplos que demuestran que una estrategia de arriba a abajo no acaba de despejar. Lo que realmente funciona es cuando los usuarios toman el mando, de forma descentralizada y siguiendo una estrategia de abajo a arriba. 

Pongamos el ejemplo de la Web.  A principios de los 90, había un puñado de servidores que servían páginas html producidas por los propias proveedores, como el CERN y algunas universidades. Entonces no había problemas con tener un catálogo centralizado a modo de directorio para tener un índice de toda la Web. Pero el verdadero tipping point que propició la explosión de la web fue el momento en que las páginas html no las creaban y mantenían de forma centraliza unas pocas instituciones, sino que cualquiera podía crear y hacer publica su página html. Después vino el problema de encontrar el mecanismo de búsqueda adecuado, ya que un directorio centralizado de índices no escala adecuadamente cuando la Web alcance niveles grandes, ya no digo enormes como en la actualidad. 

Ahora con el Open Data parece que se repite los mismo fallos. Hay unos cuantos catálogos centralizados encargados de recopilar conjuntos de datos abiertos. Exceptuado algunos casos que de momento funcionan bastante bien (data.gov, data.gov.uk),  los datos recopilados son pocos y de poco interés para los ciudadanos. Provienen de las propias instituciones, que por diversas razones legales, costumbre, o lo que sea, no se sienten cómodos con el trabajo "extra" de subir hojas excel a un catálogo. Estas instituciones se vanaglorian de que son trasparentes y abiertas porque suben una veintena de ficheros excel indescifrables al año a un catálogo. ¿Por qué no dejar que los propios ciudadanos decidan que datos publicar como "open data"? ¿Por qué no permitimos que la publicación de datos abiertos sea universal y tan fácil como es la publicación de páginas html? ¿Por qué no dejar que los propios usuarios mantengan sus datos abiertos tal como hacen con sus propias paginas html? ¿Por qué seguimos empecinados en crear catálogos centralizados que son costosos de mantener actualizados y que no sirven de nada cuando se pasa de cientos a miles de millones de conjuntos de datos abiertos? 

Si queremos que el movimiento de datos abiertos se identifique con la idea de directorios de ficheros excel proporcionados por las administraciones de forma casi obligatoria y sin ningún incentivo, sigamos como hasta ahora. 

Si queremos que el movimiento de datos abiertos se convierta en algo tan grande como la web, tenemos que dejar que el agente de cambio sean los propios ciudadanos, que sean ellos los que hagan públicos los conjuntos de datos que les interesan. Si son interesantes, seguro que el propio ciudadano se preocupará de mantenerlos actualizados para que sean útiles para otros. 



domingo, 5 de octubre de 2014

Economia colaborativa

No es extraño que aparezcan nuevo términos en los medios, sobre todo relacionados con la tecnología. Pero es más extraño que, en un mismo día y de forma totalmente casual, me haya encontrado dos veces con un nuevo término: Economía colaborativa.

El primer tropiezo inesperado ha venido con la lectura de un artículo de opinión en El País, con el sugerente título de La tecnología que nos aíslaTan solo dos horas después, y viendo en directo las presentaciones del Tedx Mallorca, Jaume Mayor me ha sorprendido con una interesante charla sobre economía colaborativa. 

¿Que tiene de especial la economía colaborativa? ¿Va a ser el próximo modelo productivo que destronará al capitalismo? ¿Qué lo hace interesante para las grandes firmas tecnologías? Me gustaría responder a estas preguntas mas profundamente pero por ahora solo tengo una visión superficial de la economía colaborativa. Esto seguramente requiere de una reflexión más pausada sobre el tema. Pero aquí algunas comentarios personales, pueden que sean erróneos, descabellados, o acertados, pero que sirvan de reflexión inicial. 

La economía colaborativa nace para "buscar alternativas". Alternativas, entre otras cosas, al sistema capitalista actual. Del consumidor que compra productos para poseerlos se pasa al consumidor que utiliza productos para luego compartirlos cuando ya no los necesita. Ya no vamos a acumular posesiones que no utilizamos, sino que las ponemos a la venta o en alquiler para que otros hagan uso de ellos. Suena todo a consume responsable, reutilizar con sentido,  comprar con sentido, y al típico mercado de segundo mano. En tiempos de crisis y dificultades económicos, todo lo que suena a conseguir un producto gastando menos convence. 

El concepto en sí no es nuevo. De siempre los vecinos, hermanos, y amigos se han dejado o prestado cosas entre ellos.  Yo, sin saberlo, ya tengo algo de experiencia en la economía colaborativa. El carro de mi hijo lo compramos a unos holandeses, y ahora que ya no lo necesita, lo hemos vuelto a vender. Se prima el uso, no la posesión. De esta forma tres familias (al menos) habrán disfrutado del mismo carro haciendo un consumo responsable y con el consiguiente ahorro de dinero.

La economía colaborativa que surge ahora es más tecnológica que nunca, porque se produce en Internet y en los smartphones.  Sin ellos, la escala sería de N=barrio o N=ciudad, y hablaríamos de los mercadillo de segunda manos en los que todos hemos comprado o vendido un carro de bebé alguna vez. Lo realmente novedoso ahora es que el círculo de influencia donde existía la colaboración ya no se reduce a unos cientos de conocidos directos sino que literalmente se expande a toda la población mundial. La escala es N=all.

Y aquí es donde las grandes firmas tecnologías ven negocio, y del grande, como con las ciudades inteligentes, con la economía colaborativa. Uno puede llevar a cabo economía colaborativa con cualquier persona de otro continente gracias a los avances de las TIC. Y sobre todo a los sensores y al Internet de las Cosas, junto con los smartphones. Se estima que a día de hoy hay dos sensores por habitante del planeta. Pero en un horizonte de cinco años hay estimaciones que el ratio será de 10 a 1.

Pero la ubiquidad de la tecnología es crucial. Alguien lanza un "necesito A" mediante su smartphone, todos los "A" que encajan con la descripción responden a la llamada, ya que los "A" llevan sensores y son parte del Internet de las Cosas. Y  al cabo de unos instantes se recibe el código de acceso/uso de ese "A" . 

Y la infraestructura e intermediarios que hacen posible que las personas y las cosas inteligentes se comuniquen en tiempo real, a una escala de N=all, y en cualquier lugar (ubiquidad) está en manos de unas pocas firmas tecnológicas. Lo que parece a priori un modo de consumo responsable y racional, puede además dar más poder a los (pocos) poderosos. Nada de que el capitalismo está muerto, sino que parece que surge de sus cenizas revitalizado.