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domingo, 5 de octubre de 2014

Economia colaborativa

No es extraño que aparezcan nuevo términos en los medios, sobre todo relacionados con la tecnología. Pero es más extraño que, en un mismo día y de forma totalmente casual, me haya encontrado dos veces con un nuevo término: Economía colaborativa.

El primer tropiezo inesperado ha venido con la lectura de un artículo de opinión en El País, con el sugerente título de La tecnología que nos aíslaTan solo dos horas después, y viendo en directo las presentaciones del Tedx Mallorca, Jaume Mayor me ha sorprendido con una interesante charla sobre economía colaborativa. 

¿Que tiene de especial la economía colaborativa? ¿Va a ser el próximo modelo productivo que destronará al capitalismo? ¿Qué lo hace interesante para las grandes firmas tecnologías? Me gustaría responder a estas preguntas mas profundamente pero por ahora solo tengo una visión superficial de la economía colaborativa. Esto seguramente requiere de una reflexión más pausada sobre el tema. Pero aquí algunas comentarios personales, pueden que sean erróneos, descabellados, o acertados, pero que sirvan de reflexión inicial. 

La economía colaborativa nace para "buscar alternativas". Alternativas, entre otras cosas, al sistema capitalista actual. Del consumidor que compra productos para poseerlos se pasa al consumidor que utiliza productos para luego compartirlos cuando ya no los necesita. Ya no vamos a acumular posesiones que no utilizamos, sino que las ponemos a la venta o en alquiler para que otros hagan uso de ellos. Suena todo a consume responsable, reutilizar con sentido,  comprar con sentido, y al típico mercado de segundo mano. En tiempos de crisis y dificultades económicos, todo lo que suena a conseguir un producto gastando menos convence. 

El concepto en sí no es nuevo. De siempre los vecinos, hermanos, y amigos se han dejado o prestado cosas entre ellos.  Yo, sin saberlo, ya tengo algo de experiencia en la economía colaborativa. El carro de mi hijo lo compramos a unos holandeses, y ahora que ya no lo necesita, lo hemos vuelto a vender. Se prima el uso, no la posesión. De esta forma tres familias (al menos) habrán disfrutado del mismo carro haciendo un consumo responsable y con el consiguiente ahorro de dinero.

La economía colaborativa que surge ahora es más tecnológica que nunca, porque se produce en Internet y en los smartphones.  Sin ellos, la escala sería de N=barrio o N=ciudad, y hablaríamos de los mercadillo de segunda manos en los que todos hemos comprado o vendido un carro de bebé alguna vez. Lo realmente novedoso ahora es que el círculo de influencia donde existía la colaboración ya no se reduce a unos cientos de conocidos directos sino que literalmente se expande a toda la población mundial. La escala es N=all.

Y aquí es donde las grandes firmas tecnologías ven negocio, y del grande, como con las ciudades inteligentes, con la economía colaborativa. Uno puede llevar a cabo economía colaborativa con cualquier persona de otro continente gracias a los avances de las TIC. Y sobre todo a los sensores y al Internet de las Cosas, junto con los smartphones. Se estima que a día de hoy hay dos sensores por habitante del planeta. Pero en un horizonte de cinco años hay estimaciones que el ratio será de 10 a 1.

Pero la ubiquidad de la tecnología es crucial. Alguien lanza un "necesito A" mediante su smartphone, todos los "A" que encajan con la descripción responden a la llamada, ya que los "A" llevan sensores y son parte del Internet de las Cosas. Y  al cabo de unos instantes se recibe el código de acceso/uso de ese "A" . 

Y la infraestructura e intermediarios que hacen posible que las personas y las cosas inteligentes se comuniquen en tiempo real, a una escala de N=all, y en cualquier lugar (ubiquidad) está en manos de unas pocas firmas tecnológicas. Lo que parece a priori un modo de consumo responsable y racional, puede además dar más poder a los (pocos) poderosos. Nada de que el capitalismo está muerto, sino que parece que surge de sus cenizas revitalizado.

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