Odio las reuniones. Odio las reuniones que únicamente sirven para concretar otras reuniones. Pero eso es otra historia que la contaré otro día.
Lo que me trae en este post es, tal como ocurre con las reuniones, lo tóxico que pueden llegar a ser los deberes para niños de primaria. Nos lo cuenta este post, que reproduce enteramente una carta abierta de un profesor de secundaria con el valiente título de "Yo Confieso". Ni que decir tiene que otra educación es posible, una que sea mucho más creativa que la actual y menos sujetas a las normas de antaño.
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