Jeanine Scaramozzino, Russell White, Jeff Essic, Lee Ann Fullington, Himanshu Mistry, Amanda Henley, Miriam Olivares (2014). Map Room to Data and GIS Services: Five University Libraries Evolving to Meet Campus Needs and Changing Technologies. Journal of Maps and Geography Libraries, 10: 6-47
En la misma línea que el último destacable, este artículo describe cinco ejemplos de bibliotecas universitarias americanas que abrazan sin piedad, y con todos los beneficios que conlleva, los datos y las tecnologías geoespaciales. Solo me queda decir la envidia sana que produce este tipo de proyectos de éxito.
El primer beneficio inmediato que aporta el artículo es que aglutina cinco casos de uso de modelo de gestión de datos geográficos y usos de SIG en bibliotecas, con sus semejanzas y también diferencias debido a las particularidades de cada campus universitario. Las cinco bibliotecas universitarias analizadas son University of North Carolina at Chapel Hill, Texas A&M, New York University, North Carolina State University, y California Polytechnic State University. Luego cinco artículos en uno.
Otra contribución digna de mención es la capacidad de expansión que ofrecen los servicios y datos geográficos. Las bibliotecas mencionadas en el artículo han creado nuevos servicios y lazos con toda la comunidad universitaria a través de la gestión de datos geográficos. Este hecho posiciona a las bibliotecas más que nunca como un nodo central de los campus universitarios. Eso es, se trata de exportar el know-how de la biblioteca al resto de la comunidad universidad que cada vez demanda nuevos y variados servicios con relación a los datos geográficos.
También vale la pena mencionar que todas las bibliotecas universitarias del artículo tienen plantilla dedicada para la gestión de datos geográficos y GIS. La cantidad de personal varía entre universidades, pero en el caso de la Universidad de Nueva York (privada) la cifra alcanza las 8 personas especializadas en estas tareas dentro de la biblioteca para cubrir las necesidad de 50.000 personas entre estudiantes, profesores y personal de administración y servicios.
Finalmente, como corolario de las experiencias descritas en el artículo, la gestión de datos y de servicios geográficos es la antesala para dar el siguiente salto lógico a los servicios de gestión de recursos de investigación por parte de las bibliotecas. Es decir, los servicios de datos geográficos no son ni tiempo ni recursos desperdiciados, sino que estas universidades ya se están beneficiando de la experiencia obtenida durante los pasados años de la puesta en marcha de servicios SIG a nivel de campus para ir incorporando de forma más eficiente y efectiva nuevos pero similares servicios para cubrir las necesidades de proyectos y procesos de investigación.
La lectura del artículo es recomendable para todo responsable de centro de documentación y biblioteca universitaria que quiera mirar hacia el futuro con nuevos ojos, que quiera conocer las oportunidades, experiencias de primera mano y beneficios que reportan los servicios geográficos a las bibliotecas, y en definitiva, que quiera despejar dudas sobre si debe o no dar ese paso (casi inevitable) en el futuro. Mucho que ganar, muy poco que perder.
El primer beneficio inmediato que aporta el artículo es que aglutina cinco casos de uso de modelo de gestión de datos geográficos y usos de SIG en bibliotecas, con sus semejanzas y también diferencias debido a las particularidades de cada campus universitario. Las cinco bibliotecas universitarias analizadas son University of North Carolina at Chapel Hill, Texas A&M, New York University, North Carolina State University, y California Polytechnic State University. Luego cinco artículos en uno.
Otra contribución digna de mención es la capacidad de expansión que ofrecen los servicios y datos geográficos. Las bibliotecas mencionadas en el artículo han creado nuevos servicios y lazos con toda la comunidad universitaria a través de la gestión de datos geográficos. Este hecho posiciona a las bibliotecas más que nunca como un nodo central de los campus universitarios. Eso es, se trata de exportar el know-how de la biblioteca al resto de la comunidad universidad que cada vez demanda nuevos y variados servicios con relación a los datos geográficos.
También vale la pena mencionar que todas las bibliotecas universitarias del artículo tienen plantilla dedicada para la gestión de datos geográficos y GIS. La cantidad de personal varía entre universidades, pero en el caso de la Universidad de Nueva York (privada) la cifra alcanza las 8 personas especializadas en estas tareas dentro de la biblioteca para cubrir las necesidad de 50.000 personas entre estudiantes, profesores y personal de administración y servicios.
Finalmente, como corolario de las experiencias descritas en el artículo, la gestión de datos y de servicios geográficos es la antesala para dar el siguiente salto lógico a los servicios de gestión de recursos de investigación por parte de las bibliotecas. Es decir, los servicios de datos geográficos no son ni tiempo ni recursos desperdiciados, sino que estas universidades ya se están beneficiando de la experiencia obtenida durante los pasados años de la puesta en marcha de servicios SIG a nivel de campus para ir incorporando de forma más eficiente y efectiva nuevos pero similares servicios para cubrir las necesidades de proyectos y procesos de investigación.
La lectura del artículo es recomendable para todo responsable de centro de documentación y biblioteca universitaria que quiera mirar hacia el futuro con nuevos ojos, que quiera conocer las oportunidades, experiencias de primera mano y beneficios que reportan los servicios geográficos a las bibliotecas, y en definitiva, que quiera despejar dudas sobre si debe o no dar ese paso (casi inevitable) en el futuro. Mucho que ganar, muy poco que perder.
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